domingo, 23 de agosto de 2009

Soy nuevo en estas cosas...

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Mas del "comic" y otro cuentito ^^:



Soy nuevo en estas cosas.

Soy nuevo en estas cosas, por lo que no sé por donde empezar. Como tengo que hacerlo, lo haré por donde creo es más correcto:
Llevo escasos instantes muerto sobre el cálido césped. Es extraño, creo yo, que aún sienta la temperatura de éste, así como también que esté explicando esto. ¿Qué cosa en la vida no es extraña? Una pelota, una birome, un papel. Qué palabras raras, ¿no? Oír, ver, tocar, oler. Qué sentimientos raros…
De rodillas a mi lado llora alguien. No quiero decir quién para dejar un principio más anónimo. Tampoco voy a dar mi nombre, porque si lo diera me encontrarían; porque existo, más allá de la frontera de la realidad…o de la fantasía, no recuerdo. Lo importante es que soy. Lo importante es que fui. O lo que soy y lo que fui.
Hay un árbol cerca que tiene un sentido especial. No se preocupen, yo me enteré hace poco de ello.
Vivía en un pueblo pequeño, y éramos pocos. No iba a irme de allí: me encantaba la vida lejos de la ciudad y el poder visitar diariamente el campo, la naturaleza. Estaba terminando el secundario cuando me enteré de que ella se sentía atraída a mí.
-¿Estás seguro?
-Sí, me lo dijo su amiga. Dale, andá.- me insistió mi mejor amigo, pero me acobardé.
Entonces la perdí, porque él la ganó, y me quedé solo. Pero no me importaba; un par de meses sanarían mi corazón roto. Terminé mis estudios y ayudé a mi padre en la herrería. Allí permanecí por un año felizmente hasta que nuevamente ella pateó mis sentimientos.
Era una tarde lluviosa, o no. Lo que sí sé es que era una tarde con gotas de lágrimas, que son peores que un par de nubes negras. Llegó a llanto pelado a la puerta de mi casa. Golpeó incesante la puerta hasta que la atendí.
-Me dejó, el bastardo me dejó.- era lo único que podía expresar.
-Ya está, todo va a estar bien.- le repetía una y otra vez mientras la abrazaba y la cubría del frío otoñal, y luego del invernal.
No apresuré ninguna circunstancia, sino que dejé que la primavera llegue para florecer las mañanas. Poco a poco comenzamos a tener citas a escondidas y tuve miedo de que fuera una patada al hígado. Quería devorarla a besos. Sí, devorarla. Es extraño como uno se enamora tan… ¿rápido?, ¿espontáneo? No lo sé, algo así será; usted me entenderá o no.
Como dije, el pueblo era chico, por lo que mantener algo en secreto es demasiado difícil. Primero nuestros amigos, luego algún que otro adulto, nuestros padres, todos nuestros excompañeros y finalmente todo el pequeño mundo nuestro.
Unos meses de felicidad siguieron sin parecer acabar. Estábamos tan completos. Y entonces me acerco al final comienzo. Ahora que lo pienso, es extraño también como uno puede resumir tanto en tan poco.
La última persona en enterarse fue él. No se caracterizaba por ser una persona amable y mucho menos perdonadora, sino lo contrario. A su entender, estaba metiéndome en su propiedad.
Aquella mañana tan nueva decidimos ver el amanecer ella y yo. No pensamos que fuera a haber un espectador. Primero el naranja, luego variedades de color, y finalmente el imponente sol en el horizonte. Y al lado nuestro un árbol.
Por detrás mío unos pasos silenciosos. Por detrás mío un hombre enfurecido. Por detrás mío la venganza destructora.
-Infeliz,- comenzó a decir con lágrimas, -primero me la robás y ahora la traés al lugar donde ella y yo nos conocimos.
Mientras daba media vuelta sentí que no sentía nada. Quien creo sería mi enemigo me apuntaba al pecho con una escopeta de caza. Parecía decidido.
No entendía. ¿Por qué? No había llegado el verano siquiera, y la primavera nunca antes había sido tan bella.
-Morite, hijo de puta.
Y un disparo.
Llevo escasos instantes muerto sobre el cálido césped. Es extraño, creo yo, que la persona que llora al lado de mi cadáver sea él, y no ella…




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