jueves, 21 de enero de 2010

Me fui...

...a Miramar...


i'm off bitches...


Nos veremos al regreso >.<



Al fin vacaciones :')

miércoles, 13 de enero de 2010

Rebeldía en las sombras

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Enjoy ^^


Mi sombra y yo hemos discutido y hemos decidido que lo mejor será separarnos un tiempo. Sí, hemos tenido nuestros problemas, comenzando por los más simples y terminando por la famosa gota que desborda el vaso.
-Vení, tengo que ir al baño.- le dije un día.
-Yo no tengo ganas, andá vos.- se negó. Aquella reacción me había sorprendido, nunca antes había actuado así.
-Pero sos mi sombra, me tenés que seguir.- lo intenté convencer.
-No.
-Vas a venir, por las buenas o por las malas.- lo obligué, y esa vez logré que abandone su postura. Aquel fue su primer acto de rebeldía.
Llegó un día que me harté de arrastrarlo a los lugares que no quería ir, así que salía a la calle sin mi sombra.
-Mamá, mamá, aquel chico no tiene sombra.- le decía un pequeño a su madre cuando pasaba cerca.
-¿Viste eso?- le preguntaba un muchacho a su compañero a espaldas mías.
-Sí, no tiene sombra.
Escuchaba las risitas de otras sombras, las ajenas. ¿Por qué no tengo una sombra como todas las demás? Yo quiero una que me siga a donde sea sin quejas.
Ahora que lo pienso, debería haberme sentado a hablar con ella, preguntarle que le pasaba, comunicarme. Ya es tarde, probablemente me haya olvidado y seguido adelante sin mí. No como yo, que aún sufro su ausencia.
-Estás más pálido.- me dijo mi padre, luego dijo que no era palidez sino claridad. Cualquiera que no tenga sombra va a estar iluminado, desde cualquier ángulo.
Mi sombra…cuánto la extraño.
Otro problema fue el comer. Se alimentaba constantemente de sombras, que a decir verdad, para él no eran más que sobras.
-Quiero probar eso que tienes en la mano.- me pidió mientras yo acercaba una porción de pizza a mi boca.
-¿Qué?- me reí.
-Sí, escuchaste bien.
-Es mi comida, no la tuya.
-Entonces no come nadie.- refutó quitándome la comida de un golpe.
-No te pases de la raya.- le advertí, no era famoso por mi paciencia.
Terminé cediendo una vez más. Tenía miedo, miedo de ser la persona sin sombra, miedo de estar solo. “No me dejes” le hubiera dicho, pero dejaría de ser la persona y pasaría a ser lo que él era.
Esas eran gotitas, pequeñas pero numerosas. ¿Cuántas aguanta un vaso? ¿Cuán grande es mí vaso? No lo sé, pero se rebalsó, y en ese caso, el tamaño ya no importa.
Esa última gota. Última porque después dejó de haber un vaso, y sin vaso no hay qué llenar. Era un día soleado, por lo que mi sombra lucía como nunca. Caminábamos por la calle yendo al encuentro de una cita a ciegas.
-Qué nervios ¿Cómo será?- le pregunté a mi compañero.
-Espero su sombra sea hermosa.- respondió acompañando mi entusiasmo.
Por todos los dioses, era preciosa, una flor abriendo sus pétalos, una melodía en su Do más agudo. Hablamos por un largo rato y nos atraíamos. Pronto la besé.
-¿Qué te parece su sombra?- pregunté a la propia cuando ellas fueron al baño.
-Es horrible, me quiero ir.
-Pero ella me gusta, quedate.
-No, me voy, con o sin vos.- me advirtió. Lo dejé ir, no lo necesitaba. Volvieron y al verme sin sombra, se asustaron y huyeron, y en ese momento, odié mi sombra.
-Te vas, y no volvés nunca más.- le grité al volver a casa.
-Al fin decís algo que realmente me beneficia.- se burló, abandonó el lugar y me dejó allí, sin sombra.
Ya pasaron meses desde que estoy solo. Cuando me acuesto para dormir, mi cuerpo aún está claro, sin oscuridad que lo rodee. A decir verdad, la extraño.

Caminaba por la calle cuando sentí que ya no estaba solo. Levanté la vista. Una persona de piel clara mi miró con la mismo sorpresa.
-No tenés sombra.- dijimos a la vez.
Nos reímos a carcajadas, hablamos un rato, y luego llegó mi pregunta:
-¿Cómo perdiste tu sombra?
-La verdad es que me molesta estar constantemente acompañado, pero mi sombra siempre está atrás mío, persiguiéndome. La eché, le dije que nunca más quería volver a verla. Ahora por momentos quiero tenerla cerca, aunque sé que pronto querría un nuevo momento a solas. ¿Y vos?
¿Puede uno tener una sombra ajena en vez de la propia?
-Conmigo sucedió lo contrario: quería que me acompañara a todos lados, y él no quería pasar mucho tiempo conmigo.
Me miró interesado. Ambos pensamos igual y nos dimos la mano, sonrientes.
Intercambiamos sombras, yo le indiqué dónde encontrar la mía y él lo mismo con la suya.
Al fin encontré la sombra para mí. Tengo lo que quiero, ahora voy siempre acompañado y ya no soy especial...aunque a veces extraño la atención que la gente ponía en mí, y que nunca antes había recibido.




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sábado, 9 de enero de 2010

Palomas blancas

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Dos palomas blancas se elevan
Se alejan tras la copa de un árbol
Vuelan lejos, de mí y de todo
Van hasta donde yo no puedo llegar
Porque no tengo alas
Porque no sé volar
Porque nunca me enseñaron cómo



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